Arte

El Niño del Dolor, una obra exquisita (Siglo XVIII)

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bra excepcional y, por fortuna, conservada en la Sala de Juntas de la Real Congregación, es el Niño del Dolor o Niño Jesús con la cruz a cuestas, cuya historia, aunque conocida entre los especialistas e iniciados, queremos recoger en esta página Web. Las escultura perteneció a la reina Mariana de Neoburgo y como tal figura en el inventario de bienes realizado en 1740. Aquí es mencionado como “un Niño Dios con la cruz a cuestas”.

Doña Mariana nombró heredera universal a su sobrina Isabel de Farnesio y, de esta manera, el Niño del Dolor pasó a su poder, quien más tarde la donó a esta Real Congregación como obra procedente de la testamentaría de Mariana de Neoburgo. Pasó a la Real Congregación de San Fermín de los Navarros en 1761 gracias a la mediación de don Francisco Miguel de Goyeneche, Conde de Saceda, mayordomo y tesorero de la reina Farnesio, y de don Francisco de Indaburu, su secretario.

Desde entonces, esta joya pertenece a la RC. Así, en el inventario de 1761, se menciona entre las alhajas de la Real Congregación: “Una efigie de Cristo, con la cruz a cuestas, de vara de alto, sobre tres (son cuatro) cabezas de serafines y un mundo terrestre, retasado en mil y doscientos reales”. El Niño Jesús está con la cruz al hombro, pisando sobre el mundo y una nube con cuatro cabecitas de querubines con expresión de tristeza.

Desde el punto de vista técnico, se trata de una obra exquisita por su sentimiento y perfección del modelado. Se utilizan ojos de cristal y paños encolados. La policromía a pincel es en tonos violados con toques de oro y una trama muy tupida de rameados vegetales con medallones intercalados con temas bíblicos, prefiguraciones de la Pasión.

La atribución  tradicional de esta obra a Alonso Cano, avalada por la autoridad de M. Gómez Moreno y otros autores, plantea la singularidad de la misma dentro de la obra del granadino, cuestión aún sin resolver. Ültimamente, Urrea ha señalado algunas relaciones de los serafines de la peana con obras de Manuel Pereira, y otros autores han sugerido a la Roldana, escultora del Rey Carlos II, como posible autora. Con todo, pese a las singularidades con respecto a Alonso Cano de esta obra excepcional, resulta difícil proponer una nueva autoría.■

            (Mª Concepción García de Ganuza en “La Real Congregación de San Fermín de los Navarros. Devoción y encargos artísticos”).
Catálogo de la exposición “Juan de Goyeneche y el triunfo de los navarros en la monarquía hispánica del Siglo XVIII”.

Las obras de arte de San Fermín: imágenes y pinturas

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a imaginería de la iglesia parroquial de San Fermín de los Navarros, también la que se encuentra depositada en las dependencias de la Real Congregación, propietaria del complejo, es relativamente reciente. Data de finales de la mitad del siglo XX, con la excepción meritoria -e histórica- de la efigie del Niño del Dolor, de la que se informa con amplitud más arriba. Porque es a partir de la década de los años 40 cuando se renuevan la mayoría de los elementos de culto, ya que imágenes modernas de nuevo encargo sustituyeron a las espléndidas tallas barrocas instaladas en el templo desde su inauguración o de los años inmediatos.

Para orientar al lector que acuda a nuestra iglesia parroquial (Eduardo Dato 10 – 28010 Madrid. Ver, en Contacto, acceso en transporte público), empezaremos, a efectos de localizar la ubicación de  las diferentes piezas, partiendo de la puerta principal de acceso a la iglesia, y continuaremos por la nave izquierda, antes llamada del evangelio. Para esta  visita contamos con la guía autorizada de Asunción Orbe Sivatte y Pilar Andueza Unanua, autoras del único libro sobre la materia..

Lado del evangelio

En primer lugar, se abre una capilla con una escultura de tamaño natural de un crucificado venerado como el Cristo del Perdón. A sus pies se yergue la figura de la Madre, que viste toca de viuda, con expresión afligida.

En los muros naturales se presentan dos imágenes pequeñas, sobre ménsulas de yeso decorada, que representan a Santa María Soledad Torres Acosta, fundadora de las Siervas de María, con el hábito negro de la orden, y la segunda representa a San Nicolás de Bari, vestido de obispo con báculo y mitra, además de los tres niños que aluden a uno de sus milagros.

En el tramo de la nave lateral anterior al crucero, se colocó después de la guerra, en 1947, un retablo dedicado a San Francisco de Asís, debido a la casa Alsina de Madrid,  que reproduce una anterior de Juan Porcel. Como curiosidad, se subraya que sorprende, por inhabitual, la actitud orante del santo, con los brazos en alto. Flanquean al santo titular dos reyes santos, santa Isabel de Hungría y san Luis, de Francia, patronos de la orden Tercera Franciscana.

En el muro frontal del crucero se abre la puerta que da acceso a la sacristía donde, alrededor de la misma, se ha organizado una estructura de madera presidida por la imagen de san José con el Niño, obra del escultor catalán Font y Pons, que se habría inspirado en la talla perdida de Luis Salvador Carmona, autor de buena parte de la imaginería perdida.

Presbiterio y altar mayor

Ya en el presbiterio, en el pilar del arco triunfal, se venera la talla de la Virgen con el Niño, que responde a la advocación de Nuestra Señora del Rosario, de autor desconocido. La traza del retablo mayor que preside el presbiterio es obra de arquitecto José Yárnoz Larrosa, mientras que la escultura de san Fermín, titular del templo y del retablo, es obra del escultor navarro afincado en Madrid, Fructuoso Orduna, que nada tiene que ver con el original precedente, debido a Roque Solano.

También se deben a Fructuoso Orduna tanto el San Fermín de la fachada como la efigie en madera policromada de san Francisco Javier -sensiblemente distante de la realizada en su día por Salvador Carmona, que sobresale de un retablo debido también a la creatividad de José Yárnoz. En la parte superior, conocida como ático, se sitúa una reproducción de la imagen de San Miguel de Aralar, de especial veneración entre los navarros, que mantiene en alto una cruz, señal del triunfo de la resurrección.

El lado de la epístola

En el lado de la epístola, en correspondencia con  el altar de san Francisco de Asís, se localiza el retablo de san Antonio de Padua, realizada según el diseño del escultor madrileño Lázaro Gumiel.

Terminamos este recorrido por la nave de la epístola -de la mano, en todo momento, de las ya citadas Asunción Orbe Sivatte y Pilar Andueza Unanua-, efectuado siguiendo el movimiento de las agujas del reloj, con la capilla que concentra todas las devociones marianas. Presidida por la Virgen del Pilar, en sus muros laterales se veneran las imágenes de la Virgen del Carmen, con hábito de carmelita y escapulario, y la de Nuestra Señora de Lourdes.

En los muros del último tramo de la nave central, junto a la cancela, se encuentran las esculturas del Sagrado Corazón de Jesús y del Sagrado Corazón de María. Para concluir este recorrido, reseñaremos que entre los enseres litúrgicos de la iglesia de San Fermín de los Navarros, destacan un Via Crucis cuyas catorce estaciones aparecen enmarcadas en pequeñas capillas de corte neogótico, y las pilas de agua bendita, en mármol blanco, sobre columnas de inspiración románica.

Los cuadros de la RC

La Real Congregación guarda también interesantes lienzos y tallas en las estancias del edificio anexo a la iglesia, que utiliza como sede. En la Sala de juntas se localizan tres lienzos. de gran tamaño (298 x 165). El más antiguo está dedicado a san Fermín, con la vestimenta de pontifical.  Nada se ha logrado averiguar sobre su autor, que algunos estudiosos datan en algún taller madrileño y en la segunda mitad del siglo XVII, en pleno esplendor de la pintura barroca madrileña, aunque resaltan la similitud pictórica y de composición con otro cuadro que se guarda en el Ayuntamiento de Pamplona, del que es autor el pintor madrileño José Jiménez Donoso.

Otro lienzo (166 x 101), barroco también, representa a los copatronos de Navarra, san Fermín y san Francisco Javier. Fue pintado por el artista mexicano Juan Correa -está firmado en el ángulo inferior- , uno de los pintores más prestigiosos y prolíficos del virreinato de Nueva España durante el tránsito del siglo XVII al XVIII. Se trata de un tema contrarreformista, en el que se aúnan la devoción a los santos patronos con el culto a la Eucaristía, cuestión fundamental de la iglesia postridentina.

El tercer cuadro (84 x 61) que se localiza en la Sala de Juntas está dedicado a San Francisco Javier bautizando que, conforme a la iconografía barroca al uso, viste un roquete blanco que cubre en parte la sotana negra y con la estola alrededor del cuello.

En la sala de archivos de la Real Congregación cuelga un enorme lienzo de tema histórico que representa la conquista de la plaza de Orán por el Cardenal Cisneros (268 x 188), ataviado de cardenal y montado sobe un caballo. En una cartela de la parte inferior se lee: El santo Cardenal de España, cuyo autor tal vez se hubiera inspirado, o tenido en mente, el retrato ecuestre del Emperador, obra de Tiziano.

Esculturas en la Salas de la RC

Las pocas esculturas que hoy conserva la Real Congregación de San Fermín de los Navarros destacan por su innegable calidad. En la Sala de Juntas se exhiben las tallas en madera policromada de San Francisco Javier, los bustos del Ecce Homo y la Dolorosa, así como un Niño Jesús con la cruz a cuestas, también conocido como Niño del Dolor (Ver la información que abre esta sección de Arte)

El efigie de san Francisco Javier no puede ocultar la influencia barroca de su autor. El ropaje presenta movimiento y dinamismo. Su policromía es sencilla, obligada por el tema, aunque se enriquece con la orla dorada de la sotana y los finos encajes del roquete. Sobre su autoría no hay unanimidad: Algún investigador apunta que se trataría de Roque Solano, autor de la imagen primitiva de san Fermín que presidía el altar mayor de la Iglesia, mientras otros la vinculan al taller de Luis Salvador Carmona. por aceptar su autoría. Consta que una imagen de San Francisco Javier fue  adquirida por la Real Congregación en 1705 a Roque Solano, aunque no hay constancia de que fuera es la talla original de Solano que se ha conservado hasta hoy.

En la Sala de Juntas de la primera planta de la sede de la RC se muestra una pareja de bustos, del Ecce Homo la primera y consagrada a la Dolorosa la segunda. El corte de busto se hace ligeramente por debajo de los hombros. La cabeza de Cristo presenta un giro de 45º. refleja una profunda tristeza, aunque no acumula signos de tragedia, como podrían haber sido -aunque el autor no lo refleja- una abundancia de sangre en la cara de Cristo o gestos desencajados. El hondo sufrimiento que trasluce la cara de la Madre pone de relieve su ternura y humanidad. En los archivos de la RC hay constancia de que en 1746 un congregante donó a la misma un Ecce Homo y Nuestra Señora de los dolores o Contemplación de medio cuerpo de exquisita talla. Pero nada dice del autor.

Y, sin duda, la joya de la colección artística que todavía conserva la Real Congregación de San Fermín de los Navarros es la pequeña imagen del Niño Jesús pasionario, conocido como Niño del Dolor. El tema de apertura de esta sección de Arte analiza detenidamente todos los extremos relativos a esta obra-joya. E incide en uno de los aspectos más controvertidos de la pieza: su autoría. La opinión más antigua y generalizada la atribuye al escultor granadino Alonso Cano, quien la habría realizado en torno a 1657. Alguna otra opinión, aunque minoritaria, la situa en la órbita del escultor portugués afincado en España, Manuel Pereira. Y, por último ,también se sostienen la posibilidad de que fuera obra de la escultora de origen sevillano Luisa Roldán, conocida como “La Roldana” . Sin  embargo, sea cual fuere su creador, lo cierto es que la belleza, profundidad y resultado de esta pieza hace de ella una obra maestra, de la que esta Real Congregación se enorgullece.

 

Datos e ilustraciones extraídos de la obra
“San Fermín de los Navarros en Madrid. Historia y Arte.”
Autoras: Asunción Orbe Sivatte y Pilar Andueza Unanua.
Editada por la Real Congregación de San Fermín de los Navarros.
Madrid, 2004