Ya pasaron las celebraciones festivas de 2018 en honor de nuestro glorioso patrono, San Fermín. En Pamplona y, por supuesto, en Madrid. Y justo en el momento mismo en que, tras entonar con pena y hasta con lágrimas la tradicional despedida sanferminera -El “Pobre de mi”- con un trasfondo de velas y pañuelos rojos, justo en ese momento, empezaban, también en Madrid,  los trabajos de preparación para la edición de los próximos sanfermines de 2019.

Es muy posible que, al igual que sucede con las fallas de Valencia, por ejemplo, pocos sospechen que esa misma noche, madrugada del 8 de julio para el caso de Madrid, ya se conocían los primeros informes de las fiestas de 2018,  analizados en el transcurso de una reunión de toma de contacto entre los miembros de la Comisión de Festejos, a la que asistieron también los joteros de “Alma Navarra”, nuestro grupo navarro y sanferminero de cabecera.

A la hora del balance, cuadraron cuentas y relatos. Así, se puso sobre la mesa un detenido análisis del nuevo sistema de preparación de la chistorra, que por vez primera se había  encomendado a un servicio de catering. Los 100 kilos de longaniza navarra, meticulosamente cocinados, merecieron el agrado y la aprobación cum laude de cuantos se acercaron a festejar con la Real Congregación el chupinazo de inicio de las fiestas. Paralelamente, un pequeño stand de productos navarros, surtido de textiles y recuerdos de todo tipo y atendido por dos congregantes, Mery y Begoña, hacía las delicias de los presentes que se arremolinaban a la hora de adquirir los más dispares objetos navarros y sanfermineros.

A  pesar de la nutrida concurrencia -el 6 de julio pasaron por San Fermín unas 1.500 personas, controladas en el acceso-  la satisfacción era evidente. Por la calidad del embutido navarro, por la abundancia de un espléndido vino rosado de las Bodegas  Ochoa, de Olite,  y por un servicio eficaz y atento, que dio abasto cómodamente a la degustación. Y, cómo no, por un ambiente con fondo musical que, magistralmente guiado por Jaime Vives, puso el punto sanferminero y festivo de la reunión más concurrida de nuestra pequeña historia .

Llegó luego, tras el chupinazo de San Fermín, la Comida de Hermandad de San Fermín -con 49 comensales-, en uno de los espléndidos salones del restaurante  Pedro Larumbe. Allí, vestidos todavía de pamplonicas y con los pañuelos rojos al  cuello, compartimos todo un recital de las fantásticas especialidades a las que tan acostumbrados nos tiene el famoso Chef navarro, nacido en Lerín y habitual en programas de gastronomía en TV.

Ya el día del Santo Patrón, el 7 de julio, asistimos en nuestra parroquia de San Fermín,  desbordada de fieles para la ocasión, a una Eucaristía solemne concelebrada por sacerdotes, misioneros y miembros de la Comunidad Franciscana de San Fermín y presidida por el misionero navarro -de Pamplona- P. Justo Lacunza Balda, Rector Emérito del Instituto Vaticano de estudios árabes e Islámicos, con sede en Roma.

Al término de la ceremonia, y tras venerar una reliquia de San Fermín traída desde Amiens, Francia, donde está enterrado el santo navarro, se ofreció a todos los asistentes una degustación de productos navarros en los patios del complejo parroquial, amenizada por el grupo jotero “Alma Navarra”, que se prolongó por espacio de más de dos  horas. Ese mismo grupo había interpretado la Misa Cultural Navarra, por jotas, en la única ocasión en que se interpreta cada año en Madrid esta curiosa ceremonia. Que volverá a celebrarse, D.M., el día 7 de julio de 2019, domingo. En ello estamos trabajando ya.